North Carolina vuelve a reinar en la NCAA

Ganó North Carolina y a nadie le sorprendió lo más mínimo. Los Tar Heels han dominado como nadie todos sus partidos del March Madness y se han convertido, por méritos propios, en uno de los campeones más hegemónicos de los últimos años.

Mucho se había hablado del gran potencial de los cuatro cabezas de serie -Louisville, Pittsburgh, North Carolina y, sobre todo, UConn-, pero los únicos que respondieron con todas las de la ley a las expectativas creadas fueron los de Roy Williams.

Y no es de extrañar. El técnico, que ya es una leyenda de la NCAA, ha formado un equipo de una madurez y una mentalidad ganadora sin comparación en toda la liga. Su increíble defensa, que no bajaba la intensidad ni siquiera cuando la victoria era ya clara, y su letal ataque han propiciado que todos sus partidos acabasen en holgados triunfos. De hecho, todos los ganó por dobles dígitos, algo que no sucedía desde 2001, cuando lo hizo Duke.

Además, North Carolina ha demostrado tener el quinteto más poderoso. El gigantón Tyler Hansbrough impuso su ley bajo los aros contra rivales de la talla de Blake Griffin y Josh Heytvelt. En la dirección, Ty Lawson se ha destapado como uno de los bases más decisivos. Pero la aportación más determinante fue la de Wayne Ellington (MVP de la final), que brilló en los momentos de mayores apuros.

Danny Green también demostró su calidad y, junto a los tres anteriores, formará el cuarteto de North Carolina que estará, sin duda, entre los elegidos del próximo Draft. A ellos, además, podría sumarse un Deon Thompson que, junto a Hansbrough, formó el juego interior más temido del campeonato.

Sudaron en defensa, corrieron, atacaron con inteligencia y fluidez y lucieron unos porcentajes de tiro envidiables. Fueron un equipo perfecto y se llevaron el título. Ni la ilusión de Michigan State, que alcanzó la final gracias a su orden y su coraje, pudo sorprenderles. Quitémonos el sombrero, pues estos campeones lo merecen.